¿Por qué utilizamos tantos anglicismos?

Estudio Sotomayor blog, ¿por qué usamos tantos anglicismos?

Tanto en el entorno empresarial como en el privado nos invaden los anglicismos.

¿Por qué utilizamos tantísimos anglicismos? Nuestro idioma, el español, es muy rico y posee términos validos para transmitir estos conceptos. Casi siempre existe una alternativa en español a los anglicismos, que además tiene la connotación adecuada a cada situación.

Utilizamos “friki” (del inglés freak) e ignoramos “chiflado”, “extravagante”, “excéntrico”, “estrafalario” o simplemente “raro”.

Y no solo eso, olvidamos el verdadero significado de nuestros términos al asociarlos al significado de su uso en inglés. Así “evento” que es algo eventual, inseguro, que ocurre de improviso, al asociarlo al término en inglés event se utiliza para hablar de un “acto”, “conferencia”, “seminario”, “coloquio”, “debate”, “convención”, simposio”, “festival”, por muy organizados que estén.

¿Acaso la respuesta es porque dominamos el inglés y nos resulta más familiar utilizar ese término? Creo que no, muchas veces ni siquiera se conoce con exactitud el significado de muchas de estas palabras. Pero la realidad es que está más extendido su uso en inglés y el equivalente en español no se reconoce.

En mi opinión, deberíamos solamente utilizar los términos en inglés cuando no exista un equivalente exacto en español, cuando no se puedan traducir. Si nosotros no cuidamos nuestro léxico, nuestra lengua se acabará maleando. La lengua es un patrimonio inmaterial, que forja nuestra identidad y nuestra cultura. En el mundo actual, que evoluciona y cambia rápidamente, podemos caer con facilidad en olvidar nuestra propia lengua. Como ejemplo el entorno de redes sociales o teléfonos inteligentes, donde los anglicismos están completamente instaurados: mouse (ratón), online (en línea), link (enlace), banner (anuncio), newsletter (boletín), community manager (gestor de comunidades), backup (copia de seguridad), y tanto más…

La riqueza de nuestra lengua depende de los que decimos, pero también de los que dejamos de decir… y por tanto perdemos. El problema no es que lleguen anglicismos, sino que se rodeen de cadáveres.